Barrancos, seña de identidad de Guara

La Sierra de Guara en la provincia de Huesca es un Parque Natural de Aragón donde el relieve laberíntico y los profundos barrancos son la seña de identidad.

Guara separa la Hoya de Huesca y los ambientes esteparios del Valle del Ebro del Pirineo, por lo que predominan los ambientes mediterráneos con algún pequeño enclave más húmedo.

A mediados del siglo XX los habitantes de la mayoría de las aldeas que salpicaban la sierra migraron a la ciudad, por lo que hoy es un inmenso despoblado, en donde los antiguos pastizales y campos de cultivo han dado paso al matorral y al bosque.

El paisaje geológico es excepcional, así como las poblaciones de aves rupícolas, entre las que destacan las rapaces y muy especialmente el quebrantahuesos, que encuentra aquí su bastión más importante en Europa.

Por todo ello, es lugar muy apreciado para la observación de aves, el senderismo y para practicar el barranquismo en alguno de sus múltiples cañones.

Fortalezas, castillos y eremitorios … el paso del hombre

La presencia humana en la zona se remonta al paleolítico (Covacha del Trucho). Los vestigios del neolítico también son importantes, con abundantes cuevas y abrigos rocosos con pinturas de arte esquemático y levantino (8.000-3.000 a.C.),en la zona del cañón del Vero (Alquezar).

El paso de los romanos ha dejado huellas importantes como los puentes de Alquezar y Bierge y la cercana villa romana de Estada. Tras el paso de los visigodos, llegaron los musulmanes en el 711 que fijaron aquí su frontera más norteña, probablemente cautivados por la semejanza de Guara con los algunos paisajes norteafricanos. Para su defensa establecieron una red de núcleos fortificados (Huesca, Alquezar, Labata) y de castillos (Salto de Roldan, Labata y Santa Eulalia la Mayor).

En 1096, estas tierras fueron reconquistadas por Pedro I de Aragón. Para garantizar el dominio del territorio, pronto los cristianos construyeron una red de fortalezas, algunas de ellas formidables, como el castillo de Loarre y Montearagón, ambos del S XI.

Por su carácter fronterizo y lugar inseguro, no es de extrañar que muchos cristianos encontrasen refugio para el culto en la profundidad de los cañones, en donde construyeron eremitorios rupestres y ermitas perdidas como la de San Martín de la Val d’Onsera.

La pobreza de sus suelos para la agricultura y sus malas comunicaciones favorecieron que a mediados S XX un total de 23 aldeas fueran abandonadas. Hoy en día, el corazón y la vertiente norte de la sierra es un gran despoblado, mientras que en la vertiente meridional hay pueblos vivos con siembras de cereal, olivos y almendros.

Sin embargo, desde la década de los 90 la principal actividad económica es el turismo. Miles de personas se acercan hasta aquí todos los años para practicar el barranquismo en algunos de los múltiples cañones.

Naturaleza

La Sierra de Guarra es una gran sierra prepirenaica de naturaleza caliza, que alcanza su cumbre en el Tozal de Guara, de 2077 m. La sierra es atravesada de norte a sur por varios ríos que han labrado formidables cañones en la roca: Flumen, Guatizalema, Formiga, Alcanadre, Mascún, Balcés y Vero.

Algunos de estos cañones son muy grandes, como el de Balcés con más de 20 km de longitud y el del Alcanadre, con desniveles que superan los 1000 metros. Algunos tienen paredes verticales extra plomadas que impiden ver el cielo, unos están secos mientras que otros llevan agua todo el año.

Por su climatología, marcadamente mediterránea, y su naturaleza caliza, son ríos de carácter estacional, de aguas azul turquesa y aparentemente tranquilos, pero que pueden tornarse muy peligrosos tras una tormenta.

En toda la sierra son abundantes las manifestaciones kársticas, como lapiaces, dolinas, simas, surgencias, sifones, cuevas, grandes cortados, arcos y pináculos de roca. A los 1600 m de altitud hay una gran meseta salpicada de dolinas.

También abundan los fósiles que revelan el origen marino de estas rocas, hace 15 millones de años.

Por lo descarnado de su vegetación es un espacio muy adecuado para disfrutar de la geología. De hecho se han catalogado dentro del parque 14 lugares de interés geológico: conglomerados y cabalgamiento del Salto de Roldan, anticlinal de Bagüeste, Cañón del Formiga, campo de dolinas de Cupierlo, etc.

En cuanto a la vegetación, la cara norte se caracteriza por grandes extensiones de quejigares (Quercus fajinea) que en altura son sustituidos por el pino silvestre con sotobosque de acebo, tejo y boj. En los barrancos más frescos, además de encina hay madroño, labiérnago, durillo, lentisco y adelfilla, especies tipicamente mediterráneas. En contraste, la cara sur es mucho más árida, por lo que domina el encinar (Quercus rotundifoliae).

La fauna más representativa de Guara es la vinculada a los cantiles y cuevas. Las aves rupícolas son muy abundantes, con una importante población de buitre leonado, alimoche, águila real, águila perdicera y vencejo real. Sin embargo, la especie estrella es el quebrantahuesos, con 11 territorios en el parque natural.

También son representativos los murciélagos, las 137 especies de mariposas, la nutria y el desmán de los pirineos entre otras muchas especies.

 

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